Vengo leyendo muchas huevadas acerca de los #ProVida y #noAlAborto
- que hay mujeres que no pueden parir
- que queremos matar bebés
- que si nos equivocamos, nos falla el forro o abrimos las gambas nos la banquemos.
Ya publiqué varios memes que aportan mucho al debate. Pero quiero contar algo.
No voy a decir los nombres de quiénes están implicadas en la historia, pero muches lo van a deducir.
Conocí, hace muchos años, a una mujer que a los 13 años la obligaron a practicarse un aborto. Ella quería ser madre, y por lo que me contó, eso le cagó la vida: afectó su modo de relacionarse con la gente y por la culpa nunca pudo ser feliz.
Decidieron sobre el cuerpo de ella, y eso está mal.
Esta mujer estaba muy en contra del aborto por esa cuestión personal, íntima, por la “vergüenza”.
Convenció a varias mujeres más de no abortar, porque ‘la vida es sagrada’ y todas esas cosas que nos dicen. Obvio que al día de hoy, la entiendo.
Sin embargo, cuando a los 17 me había empezado a ver con un chico, la inyección antoconceptiva me empezó a hacer mierda el cuerpo. Me venia una semana entera, otra semana no, otra semana sí, otra no... me hinché... entonces cuando las dejé la doctora me recomendó un mes tranqui para empezar con las pastillas.
Ese mes, justo, y por boluda, por hacerle caso al pavote con el que andaba, no me cuidé. Y tuve una semana de retraso. La doctora una grosa, me dijo que espere una semana, que me quede tranquila. Que si no me venia veíamos qué hacer.
Fue la semana más larga de mi vida.
No lo hablé con nadie, o tal vez con Sofi.Me imaginaba con un bebé atorada en mi casa.
Me imaginaba culpando al bepi de no haber podido irme a estudiar a La Plata (fue en mi último año de escuela).
Me imaginaba odiando al chabón que estaba conmigo.
Me imaginaba teniendo que cruzármelo toda la vida.
Ya había visto esa situación en mis dos hermanas, y la verdad no quería eso para mi, mucho menos con un posible padre que no quería, que era una calentura. Mis ex cuñados son como hermanos para mi, fueron muy importantes. A este pibe no lo conoció nadie de mi familia.
Pero un miércoles volví a mi casa y ahí estaba la mancha de sangre en la bombacha. La emoción. Al toque le corté la cara sl chabón, festejé, le conté a un par de amigas qué había flashado.
Pero no voy a negar, que en ese momento, jamás pensé en un aborto. Pensaba en que la vida es sagrada.
Y, es un bajón, porque la liberación que sentí cuando supe que no había nada ni nadie en mi útero, me hizo pensar que no quiero ser madre. Ya pasaron casi 10 años y la decisión no se ha movido (excepto en los casos que escucho sobre parto respetado).
Traer a una persona a este mundo hostil es una respondabilidad muy grande, hay que estar muy muy preparade. Tiene que ser algo deseado. No impuesto.
Hoy, si pudiera volver a hablar con esa señora, tal vez pensaríamos distinto.
Porque yo creo que el aborto, si falla toooodo lo anterior (educación, preservativos) tiene que ser un derecho. Que no podemos interrumpir nuestros proyectos de vida para hacernos cargo de otra vida.
Ella creería que si una vida viene “por algo es” y que hay que hacerse cargo.
Pero nos pondríamos de acuerdo en algo central: el aborto existe.
Las mujeres toman ruda, se meten cosas, compran pastillas, pagan abortos clandestinos, pagan en clínicas. Es una realidad.
Prohibirlo, no hablar del tema es en primer lugar, de hipócrita. En segundo, de una forrada bárbara.
Obligar a alguien a cargar durante 9 meses con una vida, parirla, y luego hacerse cargo jo es algo sano para esta sociedad, y más considerando que sólo se las obligan a las mujeres. Los varones, zaffaroni.
Obligar a alguien a parir porque otras no pueden, porque sufrieron abortos o las obligaron a abortar, es egoísta. Se puede aconsejar, convencer. No obligar.
Es como obligar a alguien a comer de más porque hay gente que no tiene para comer. Al pedo. Porque por más que comas y comas la otra gente no va a poder comer. Es decir, por más que tengas embarazos y criés niñes, las personas que sufrieron un aborto no van a recuperar ese bebé y las que no pueden tener bebés van a seguir sin poder tenerles. Será cruel pero es una realidad.
Hoy en día, si me quedara embarazada por un fallo de anticonceptivos, no lo tendría. Las razones son múltiples. No quiero pasar por un aborto, le tengo terror. Pero más terror me da ser madre obligadamente por la moral de otra gente.
Yo sé que esa señora, explicándole todo esto, entendería.
El aborto tiene que ser legal, seguro y gratuito para dejar de ser hipócritas y egoístas y que las mujeres podamos decidir sobre nuestros cuerpos.